viernes, 14 de diciembre de 2007

track 11: I'M SHIPPING UP TO BOSTON (Dropkick Murphys)



La escenita hollywoodense.
El Geo, un pub irlandés al que íbamos a veces (cuando el dinero lo permitía) estaba repleto de pelirrojos pecosos que nos miraban como si nuestras cabezas fueran pelotas de rugby sin estrenar.
Y nadie quiere que vean su cabeza como pelota de rugby.
En un circulo de gigantes haciendo sonar los nudillos no nos notábamos yo y Antonio en el medio, parados con actitud desafiante, mandíbulas apretadas, cruzados de brazos, expresiones de confianza en el rostro, en resumen, cagados de miedo. Debo decir que lo ocultábamos bastante bien, aun teníamos nuestras cervezas en la mano y yo ocasionalmente bebía un sorbo pretendiendo que esto no me estaba importando demasiado. Eventualmente, al ver que el circulo no iba a desarmarse oculté mi boca con el vaso para hablar con Antonio.
- ¿te acuerdas cuando hablamos de los lugares donde no convenía buscarse problemas? –pregunté.
- Si – me respondió
- ¿no recordaste este lugar en la lista, de casualidad?
- Ehm…
- Olvidalo.
En el local la gente se mantenía en silencio, mientras nosotros nos veíamos atrapados en una especie de cuadrilátero de carne y hueso del cual no teníamos mucha oportunidad de escapar. Antonio había escogido como blanco esta noche a una simpática camarera del bar, que estaba convenientemente involucrada con uno de los gigantones pelirrojos que ahora nos rodeaban. El resto supongo que pueden adivinarlo. El afectado en cuestión compartía el circulo con nosotros, hacía sonar los huesos de su cuello mientras se subía las mangas y le decía a quien resultó ser su hermana “tu ándate, hablamos después”.
No me extrañaría ver a los Dropkick Murphys tocando celtic punk en algún rincón del lugar, de hecho, no me extrañaría verlos en el circulo de gigantes que nos rodea. Los irlandeses son cosa seria, dicen, yo personalmente, no había tenido la experiencia antes. Debo admitir que guitarras, baterías y gaitas daban un buen tono, adecuado, tan adecuado como el tono morado de mis futuros hematomas.
- Miren, no hay por que alterarse, podemos resolver esto civilizadamente, no? – empecé a decir no muy convencido de mis palabras.
- Si tu hermana ni siquiera me gusta, me estaba divirtiendo nada mas – agregó Antonio. En algún lugar de su cabeza ese comentario sonaba bien.
Lo único que se me ocurrió hacer al ver al gigante lanzarse hacia nosotros fue lanzarle el contenido de mi vaso de cerveza, seguido del vaso mismo. Después empujé a Antonio sobre uno de los otros gigantes, causando que se desequilibrara y pudiéramos salir del circulo, suponiendo que Antonio me lo perdonaría después. Nos echamos a correr como tantas veces habíamos hecho antes, sin tomar en consideración lo mucho que podían correr estos tipos, podíamos mantener una distancia, pero nos iban a atajar eventualmente.
Corrimos por varios minutos (cuesta abajo, gracias a dios) hasta llegar a un pequeño café medio oculto entre bares y restoranes, uno de esos locales con un pequeño escenario donde algún estudiante de teatro o mal imitador de Silvio Rodríguez puede subirse a entretener un poco al público con alguna interpretación ya conocida por todos. Mas aún en el caso de Silvio Rodríguez, el pobre hombre es un cliché en si mismo. Si estuviera muerto, se revolcaría en su tumba cada vez que alguien canta “Ojalá” en una fogata.
Entré tirando a Antonio de la chaqueta y caminé directo hacia el mostrador, donde nos recibió una camarera.
- ¿Lucas?
- Andrea, ¿nos prestarías tu auto? Te explico después.
- ¿cuántos?
- Unos 10 creo yo, son rápidos.
- Toma las llaves, lo paso a buscar mañana
Apenas alcancé a agradecer y salí del lugar arrastrando a Antonio, quien ya estaba empezando a buscarse problemas con otra hermana de alguien. Veía desde la salida el auto de Andrea, hasta que un personaje que cubría la puerta del local entera con su humanidad tapó mi visión. Tuve que tomar una decisión rápida, y bueno, la patada en la entrepierna puede no haber sido la mejor decisión, pero al menos fue efectiva, nos compró a mi y a Antonio suficiente tiempo para llegar al auto de Andrea.
Unos minutos mas tarde, conduciendo mientras Antonio dormía en los asientos traseros me encontraba cansado, de todo, no de hoy, no de esta noche, sino del ritmo de las cosas, la tonadita celtic punk que había tenido pegada en mi cabeza ya no estaba ahí, no imaginaba canciones, era todo silencioso.
Sonaba el celular y no era quien quería que me llamara.


1 comentario:

Karina dijo...

"I don't like the problems, but the problems like me"

no se que me fascina mas, la capacidad de lucas de siempre estar involucrado en esas carreras freneticas por la ciudad escapando de tipos rudos y enardecidos, o la magica andrea que siempre salva a lucas de las situaciones de una u otra forma, o quizas lo que mas me envuelte de la historia son aquellas llamadas inesperadas que dar dan un vuelco a todo en cada capitulo...

y karina? cuando aparecera el alter ego de karina lucas?

besos