sábado, 1 de septiembre de 2007

track 5: THE MESS WE'RE IN (PJ Harvey c/ Thom Yorke)


Desde la terraza en la azotea del edificio podíamos ver la ciudad entera, sintiéndonos por encima de ella, por encima de sus historias, por encima de nuestras historias. En Santiago no hay estrellas reales, las matan las artificiales, de neón, de fuego, de químicos. Fueran las luces que fueran, si iluminaban su cara eran las luces que estaba esperando.
Maldito romanticismo barato, me siento como un cliché hablando pelotudeces.
Una vez mas recordé como odiaba comportarme como un romántico, pero me era imposible actuar de otra manera ahora. El viento corría fuerte, pero cuidadoso, como si intentara abrigarla y no pudiera. La voz de Radiohead, me deprimía, como Radiohead suele hacer ("talk show host" en los audifonos dando una caminata por Santiago y uno quiere tirarse al Mapocho para terminar su miseria). En este caso, Yorke acompañaba P.J Harvey a través de los parlantes de una vieja radio, y de cierte manera, me servía de anestesia para lo que pasaba a mi alrededor. Ella me sonreía, parada a menos de un paso de mi, un poco nerviosa, un poco triste, un poco queriendo ocultarme algo que no podía ocultar. Me senté lo mas cerca del borde que me permitía mi sensación de que un pedazo del edificio podía desprenderse y caer, si, efectivamente pienso en esas cosas, tengo un problema con las alturas. Ella se sentó a mi lado y se apoyó en mi, mirábamos en la misma dirección, parecíamos concentrados en las luces, como si las contáramos. La escena parecía simplemente correcta, y al mismo tiempo no, porque si algo nos llevaba a esta azotea, era estar sobre todos, para que nadie nos viera.
- ¿te vas mañana? – pregunté, sabiendo la respuesta de antemano.
- Si. Ojala pudiera quedarme un día mas
- Ojala. Pero al menos pasas por Santiago de vuelta.
- Si.
- Es algo, poco, pero algo.
Creo que no hacía falta decir mucho mas. Nos besamos y seguimos contando luces. Sabía que esto no iba a durar, mi relación con ella, la noche que estábamos viviendo, nada podía durar mucho. La abracé con fuerza, como temiendo que el viento se la llevara. Le describí los lugares de Santiago que ella no conocía y yo conocía de niño. Santiago nos daba el placer de sus atardeceres contaminados, que tiñen el cielo de un rosa/naranjo muy fuerte, casi artificial. Decir que quería que el momento no terminara nunca sería un cliché y hasta cierto punto, una mentira, pero si puedo decir que quise alargarlo lo mas posible.
Cuando nos tocó separarnos bajamos las escaleras y volvimos a tocar el suelo con los pies, sintiendo que nos volvía a pesar todo, que nuestra historia salía de su pausa y no cambiaba absolutamente nada el escape. El escape nunca cambia nada. Acordamos despedirnos sin decir nada, y tras ese acuerdo dijimos todo lo necesario para esa despedida silenciosa. Concertamos citas, revisamos calendarios, dijimos nuestras ultimas palabras y, dejando de lado por un segundo todas nuestras preocupaciones, nuestro secreto, nos enredamos en uno de esos besos nerviosos donde uno no le atina a la boca en el primer intento, lo cual hace el momento mucho mas… no se… agradable, de una manera un poco infantil y torpe.
Tras alejarnos caminando hacia atrás para vernos un momento mas caminé sin dirección. De repente, sentí que me tomaban con fuerza el hombro y me daban vuelta. Recibí un beso intenso, perfecto, seguido de una sonrisa fugaz. Mientras la veía alejarse con rapidez sonreí como había sonreído tantas veces gracias a ella. Un poco queriendo no sonreír tanto y un poco deseando alargar la sonrisa. La noche ya había empezado y tenía cosas que hacer, así que seguí caminando, sabiendo que no iba a llevar a cabo ninguno de mis planes.
Una vez mas, el sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. En la pantalla del celular se leía “Antonio”.
- ¿Alo?
- ¿dónde estas?
- Por ahí, ya cerca de mi casa ¿por qué?
- Te pasamos a buscar, Hoy se hace.
Antes de que pudiera oponerme me habían cortado el teléfono.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Crecen verdades dentro de las mentiras? Como los mismos sentimientos.
Siempre se siente extraño revivir con canciones, o en algunos casos unas cuantas palabras...

Anónimo dijo...

primero que nada amo a pj harvey.
segundo, que viva nuestro romanticismo barato.
tercero, eso de alargar los momentos nos gusta a todos.
excelente señor hraste.